Los micrófonos han recogido las baladas de distintos tipos de ballena (azul, jorobada, minke, entre otras). Algunas de ellas son oriundas de Estados Unidos y han sido catalogadas «en peligro de extinción» por sus autoridades. Sin embargo, lo que llama la atención de los investigadores no es la variedad sino la dispersión de estos animales. «Recogimos sonidos de una ballena franca glacial a 113 kilómetros de la costa, por ejemplo», comentan desde el Programa de Bioacústica y el Laboratorio de Ornitología Cornell de Nueva York.
«Si estás en lo alto de la Estatua de la Libertad y miras al sur y al sureste, puedes ver o no ballenas; pero seguro que alguna de ellas se encuentra cantando bajo la superficie del mar», concluyen.
La tecnología aún no les ha permido estimar de cuántas ballenas estamos hablando. Es la asignatura pendiente.
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